abril 23, 2010
Cristobal Colón
Aunque su origen ha sido objeto de las más diversas especulaciones, se cree que nació en Génova en una fecha indeterminada entre el 25 de agosto y el 31 de octubre de 1451, hijo de Doménico Colombo y Susana Fontanarrosa.
La infancia de Colón, también aparece envuelta en nebulosa. El mismo señala que desde muy joven aprendió el oficio de la mar, sin duda y alentado por el carácter marinero de la ciudad de Génova y la ebullición del comercio mediterráneo que inundaba la ciudad.
Se sabe que Colón participó en una flota genovesa que hacia 1474-75 salió en defensa de la isla de Quíos, asediada por los turcos, en donde los genoveses adquirían la goma. Un año más tarde Colón aparece formando parte de una flota genovesa que se dirige a vender la goma de Quíos en los puertos de Inglaterra, Portugal y Francia. Siendo atacada por el corsario Casenove, el barco en el que Colón viaja naufraga y éste puede alcanzar a nado la costa de Portugal, asentándose en Lisboa, donde existe una amplia colonia genovesa. Es en Lisboa donde Colón conocerá a su mujer, Felipa Moniz de Perestrello, de familia noble y afamada.
En esta misma época (1481), Colón viaja a la costa oeste africana como miembro de la expedición de Diego d´Azambuja y a Inglaterra, portando productos desde Génova. El mismo Almirante declara, que pudo haber tocado las costas de Islandia.
En la mentalidad de científicos y navegantes de finales del siglo XV existen ya diversas ideas y concepciones que dan pie a la creencia de Colón en una ruta occidental hacia las Indias de la especiería -el oriente asiático- más corta y ajena al peligro que suponen la piratería y los turcos. El Mediterráneo es por aquel entonces un mar demasiado estrecho y peligroso, donde naciones enemigas y piratas de toda clase dificultan o impiden la ruta que lleva hacia los ricos países orientales productores de especias y productos exóticos.
La ruta occidental por mar, más segura que la travesía terrestre y más rápida que la marítima bordeando el sur de África, ya explotada por los portugueses, se convierte a mediados del siglo XV en un foco de especulaciones, configurándose paulatinamente en una creencia cierta sobre la que cada vez se acumulan más datos.
En 1484, Diego Cao es premiado por el rey Juan II por sus exploraciones africanas, lo que sin dudad anima a Colón a presentar su proyecto a la corte portuguesa. Solicita al rey la equipación de tres carabelas con vituallas y mercaderías para comerciar, ser armado caballero y Almirante y Gobernador de los territorios descubiertos y adjudicarse un diez por ciento del beneficio económico que se obtenga de las nuevas tierras y participar con un octavo en cada barco que comerciase con los países hallados.
La negativa del monarca a secundar la operación parece provocada por estar inmerso en las exploraciones africanas, convencido de estar ya en la mejor ruta hacia oriente -la africana-, y comprometidas las arcas reales en la empresa. Posiblemente, una vez rechazado el proyecto, pudo enviar una carabela que, tras seguir las indicaciones dadas por Colón, debió de volver de vacío.
En los inicios de 1485, Colón pierde a su esposa y abandona Portugal. Su hermano Bartolomé ofrece el proyecto a Enrique VIII de Inglaterra, quien también lo rechaza. Parte entonces Cristóbal Colón hacia Palos, para ofrecer su plan a los reyes de Castilla y Aragón. El desembarco en Palos hubo de hacerse a causa de las noticias que circulaban en la localidad, conocidas de Colón, acerca de un viaje del piloto Alonso Sánchez de Huelva hacia el occidente atlántico.
A través de diversos personajes interpuestos tienen noticia los Reyes Católicos del proyecto de Colón, siendo recibido por éstos en Alcalá de Henares el 20 de enero de 1486. Aparte de las ganancias económicas, la idea de Colón reunía en sí misma grandes aspiraciones del mundo cristiano de la época, como el comercio directo con Oriente, el contacto con los misteriosos reinos cristianos del Preste Juan y el remate al ideal de Cruzada con la toma definitiva de Jerusalén. Valedores de Colón fueron fray Juan Pérez y el contador mayor, Alonso de Quintanilla, quienes consiguieron que una junta consultiva se reuniese en Córdoba para examinar sus ideas.
Las deliberaciones en la corte castellana duraron varios años, durante los cuales Colón fue mantenido por indicación de la Corona. Son años en los que Colón va ganando adeptos en la corte, como fray Diego de Deza, o Medinaceli, en cuya casa se alojó por dos años. Una nueva negativa de la corte le empujó a marchar de España, pasando antes por La Rábida.
Desde aquí fray Juan Pérez hace un último intento, escribiendo una carta a la reina Isabel, como resultado de la cual Colón es llamado a Santa Fe (Granada) para empezar a negociar. En este punto la intervención de Luis de Santángel, escribano de ración de la corona de Aragón, resulta crucial, pues persuade a la reina de la viabilidad y conveniencia del proyecto. La negociación finaliza el 17 de abril de 1492, dando lugar a las Capitulaciones de Santa Fe.
En ellas se determina que Colón y sus herederos ostentarán el cargo de Almirante en todos los territorios que pudiera descubrir, cobrando el quinto de las mercancías; se le nombra también virrey y gobernador de las tierras descubiertas, con poder para nombrar funcionarios; recibirá la décima parte de los tesoros conquistados o adquiridos y ejercerá de juez en cuantas cuestiones comerciales se pudieran suscitar; podrá participar con un octavo en cualquier expedición comercial que se emprendiese, obteniendo así un octavo de los beneficios. Se equipará así a Colón en rango con el Almirante de Castilla, con los mismos privilegios y mercedes, y su hijo Diego es nombrado paje del príncipe don Juan.
Las pretensiones de Colón son inusitadas para la época, pues aparte de exigir un alto porcentaje sobre los beneficios de la empresa, sus aspiraciones políticas le convertirían de hecho en el segundo dignatario de Castilla tras la reina. El acuerdo con los reyes de Castilla y Aragón indica, por tanto, que en la mentalidad y conocimientos de la época ya estaba la posibilidad de realizar un viaje así. El 30 de abril de 1492 los reyes envían una misiva a Palos en la que ordenan la construcción de dos carabelas que pondrán al servicio de Colón, como pago o castigo contraído con anterioridad.
El mismo Colón se desplaza a la localidad para formar la tripulación, encontrando reticencias hasta que interviene fray Juan Pérez y se enrola el marino Martín Alonso Pinzón, ofreciendo una carabela propia. Con él se enrolan también sus hermanos Francisco Martínez y Vicente Yáñez Pinzón y el piloto Juan de la Cosa. Armadas las carabelas Pinta, Niña y la nao Santamaría, salen del puerto la madrugada del 3 de agosto de 1492, dirigiéndose a Canarias, donde arribarán más tarde. Aquí repostan y hacen las oportunas reparaciones, tras lo que parten en dirección oeste. La duración de la travesía comienza a impacientar a la tripulación, surgiendo amagos de sublevación que son atajados por Colón mintiendo sobre la distancia recorrida y prometiendo regalos.
La situación comienza a ser desesperada cuando Rodrigo de Triana avistó tierra el 12 de octubre, habiendo llegado a la isla Guahaní (San Salvador, Watling). Durante este viaje realizó además exploraciones durante tres meses por otras islas cercanas, a las que bautizó como Juana (Cuba) y La Española (Haití). En ésta parece ser que tuvo el primer contacto con un jefe nativo, Guacanagari, quien le regaló objetos de oro.
En la Nochebuena de 1492 la Santa María embarrancó, lo que persuadió a Colón de aprovechar sus restos para construir un fuerte ("Navidad") donde quedarían algunos miembros de la expedición, para amistarse con los indios y establecer una colonia. Separada la Pinta tras la insubordinación de Martín Alonso Pinzón, quien se había ido a explorar la mítica isla de Babeque, Colón parte con la Niña hacia España el 2 de enero de 1493, llevándole las corrientes a Lisboa.
En esta ciudad, Juan II alega que las nuevas tierras son suyas, en función del tratado de Alcaçobas, lo que generará una polémica que no quedará saldada hasta la intervención del papa Alejandro VI y el acuerdo establecido por el Tratado de Tordesillas.
Vuelto a España, los reyes le reciben en Barcelona. Colón les trae presentes y lleva consigo a seis indios. Son los primeros indígenas bautizados, encargando los reyes a Colón emprender un nuevo viaje en el que llevará consigo a fray Bernardo Boyl y otros religiosos para convertir a la población. El segundo viaje cuenta ya con un ingente despliegue de medios, lo que indica un interés colonizador. Se preparan mil quinientos hombres y diecisiete barcos cargados con vituallas y provisiones tanto para mantenerse como para fundar establecimientos permanentes. Entre los viajeros figuran el hermano de Colón, Diego, Ponce de León, fray Antonio de Marchena, Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Pedro Margarit.
El regreso al fuerte Navidad es desolador, encontrando sólo restos que indican un ataque indígena y disensiones de los españoles, algunos de los cuales habrían partido a la región del cacique Canoabo con la esperanza de encontrar oro.
El 6 de enero de 1494 se fundó la primera ciudad, La Isabela , en un lugar malsano que provocó que fuera abandonada dos años más tarde, fundando Santo Domingo a instancias de Bartolomé Colón. Entre tanto, continuó Colón realizando exploraciones, convencido de estar ante las puertas de los reinos del Gran Khan. Así, reconoce por completo La Española y explora Cuba, Jamaica y algunas islas menores. Tras dejar a Francisco Roldán como Alcalde Mayor de la Isabela , emprendió el viaje de regreso a España.
Surgió entonces el conflicto entre Roldán y Diego Colón, que provocará la primera sublevación. Los desórdenes producidos llegan a oídos de la corona, quien envía un visitador para investigar. Como resultado, se presentan acusaciones contra Colón, que son ignoradas por los Reyes. El 30 de mayo de 1498 parte Colón por tercera vez, con una flota de seis barcos y seiscientos hombres. Durante esta expedición realizó nuevas exploraciones, como las de la isla Trinidad, el golfo de Paria, en el continente americano, Asunción (Tobago) y Concepción (Granada), Margarita y Cubagua. A su regreso a La Española siguen los problemas generados por Roldán y otros españoles, contestadas por Colón con actuaciones soberbias y despóticas.
Como resultado, la corona envió a un nuevo investigador, Francisco de Bobadilla, cuya autoridad negó Colón, por lo que fue encadenado y enviado preso a la Península. La protección real, aunque con algunas reservas, le procuró ser absuelto y que se nombrara un nuevo investigador en sustitución de Bobadilla, esta vez Nicolás de Ovando. Para evitar conflictos, los Reyes prohibieron a Colón tocar La Española en su cuarto viaje, emprendido el 11 de mayo de 1502 junto con su hermano Bartolomé y su hijo Hernando, tocando las islas Caribes, Santa Lucía o Martinica, Santa Cruz, Puerto Rico, Honduras.
El viaje resultó descorazonador, pues el paso hacia las Indias, en el que Colón aun creía firmemente, no aparecía por ninguna parte. Parece ser que las penalidades y el carácter altivo de Colón empujaron a la tripulación a rebelarse, a lo que se sumó una fuerte tormenta y el mal estado de las naves. De vuelta a España, Colón ha de ocuparse de hacer valer sus derechos, pleiteando con la Corona.
A pesar de habérsele reconocido algunas mercedes, la situación interna de los reinos ha cambiado profundamente, tras fallecer la reina Isabel. Las reclamaciones al rey Fernando no son atendidas como quisiera, encontrándose éste en una difícil coyuntura política por la posible llegada al trono de Felipe el Hermoso. No obstante, Colón aun conserva algunas amistades entre los personajes influyentes de la corte, como Diego Hurtado de Mendoza o Cisneros. Entristecido y melancólico, Colón ve próxima su muerte, dictando testamento a favor de sus hijos, hermanos y de Beatriz Enríquez de Harana, mujer con la que compartió parte de su vida y madre de su hijo Hernando.
El 20 de mayo de 1506 Colon muere aquejado de gota y otras enfermedades en la ciudad de Valladolid, sin conocer que en su exploración había dado con un continente desconocido hasta entonces por los europeos de su época y al que se dará el nombre de América, fruto de un equívoco al asignar su descubrimiento a Américo Vespuccio.
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