agosto 29, 2011

Relación Padres e Hijos


La relación que se da entre padres e hijos representa el modelo para establecer las maneras como las personas interactuarán con sus semejantes a lo largo de toda su vida.

Las preferencias y los rechazos son un fenómeno común en todo el género humano y la familia no es una excepción. En días pasados le hacía la pregunta a un grupo de jóvenes universitarios de ¿cuál persona real es tu héroe o heroína predilecta? Y me sorprendió sobremanera que los resultados fueran tan semejantes a una encuesta similar realizada en Norteamérica. El 56 % decía que era su padre o su madre y las razones para ello eran la grandeza de los héroes es sacrificar su vida por el bienestar de otros; me han cuidado, su dedicación en lo que le gusta; salió de la pobreza extrema de manera honrada; salió de los vicios porque se lo propuso; son mi ejemplo; es una persona llena de amor, entre otras.

La realidad es que un ser humano no puede "controlar" su vida afectiva de tal modo que sus sentimientos por todos y cada uno de los miembros de su familia sean exactamente iguales; por lo que cuando se le pregunta a una persona ¿A cuál de tus padres quieres más? Se siente sorprendida, incómoda e incluso angustiada.

La clásica respuesta casi es automática diciendo: "yo los quiero a los dos igual". La realidad es que no es una pregunta fácil de contestar. El que amemos más a nuestro padre que a nuestra madre, requiere muchas veces no solo de la aceptación de nuestra naturaleza humana; sino también de una gran dosis de madurez y valor.

Tenemos que reconocer que efectivamente hay cosas en los demás que despiertan nuestra preferencia o nuestro rechazo y que esto también se aplica a nuestros padres.

La falta de aceptación de la realidad de las preferencias y rechazos hacia los miembros de nuestra familia, repercute negativamente en las relaciones que se establecen en la misma; ya que si necesitamos trabajar los sentimientos negativos que nos provocan la conducta de un familiar; el primer paso para lograrlo es reconocer el rechazo que nos provoca dicha persona a fin de hacer algo para cambiarlo.

Las razones por la que un hijo prefiere a uno de los padres en particular son innumerables y es la persona la que elige el objeto de su predilección en el contexto de sus sentimientos, su razón y de la situación particular en la que vive

El sistema de relaciones dentro de la familia es una coordinación de intereses. Cuando se interactúa con los demás uno trata de sincronizar las propias preferencias intenciones y expectativas con la de los otros integrantes del sistema familiar. En las relaciones humanas existe por tanto una interdependencia entre las personas: Yo dependo de los demás para satisfacer mis necesidades de afecto, reconocimiento, poder… pero por otro lado los demás dependen de mí para satisfacer las suyas.

Los distintos tipos de interdependencia desempeñan un papel necesario en el desarrollo de preferencias y rechazos dentro de la familia.

La interdependencia positiva lleva a comportamientos cooperativos y la interdependencia negativa lleva a la competencia, rivalidad, hostilidad y a veces a la agresión.

Pensemos en el caso de la madre que se ve en la necesidad de trabajar horas extras para poder costear una carrera universitaria a su hijo. Si el hijo tiene a su vez la meta de llegar a ser un profesional, la interdependencia entre ambos será positiva. Las buenas calificaciones del hijo refuerzan el afecto que la madre siente por él. Asimismo, los sacrificios de la madre para ayudarlo a estudiar aumentan el cariño que el joven siente hacia su madre.

El mismo caso, siendo interdependencia negativa, el resultado lleva a consecuencias diferentes. Así el trabajo extra de la madre para pagar una carrera universitaria se hace en vano, ya que, lo que su hijo quiere hacer es pilotear un avión. Lo que traerá consigo un deterioro en la relación de ambos.

Una antigua anécdota cuenta de una campesina madre de 12 hijos a la que en una ocasión alguien preguntó a cuál de sus hijos prefería por encima de los demás. Su respuesta encierra en su sencillez un mensaje profundo: "Al que está ausente hasta que vuelve, y al que está enfermo hasta que sana…"

La misma resume de una forma simple la necesidad de tratar a cada hijo de acuerdo con sus características propias y con las circunstancias particulares del momento concreto que está viviendo. Me explico, no se puede tratar un hijo pequeño, como un adolescente o un adulto joven; en la medida que los hijos crecen necesitan mayor libertad y la oportunidad de ensayar; probar, cometer errores y por tanto crecer. Crecen las responsabilidades y la libertad para hacerlo.

Un error muy frecuente que cometen los padres al tratar de manejar este fenómeno consiste en querer tratar a los hijos de un modo exactamente igual.

El ser justo y equitativo no está en darles a todos lo mismo. La justicia se refiere, por ejemplo en dar a cada uno de los hijos lo que merece y necesita, a la luz de lo que más le conviene en forma integral. No podemos tratar a nuestro dedo meñique del mismo modo que tratamos el pulgar, puesto que probablemente nos lo romperemos. Como dijo Aristóteles: "Es tan injusto tratar a iguales en forma desigual; como tratar a desiguales igualmente".

Es importante tratar a los demás en forma consistente, lo que implica un conocimiento profundo del hijo, de sus sentimientos, necesidades, anhelos, virtudes, defectos y limitaciones. Ser justos en el trato con los hijos adecuando nuestros actos de acuerdo con las diferentes circunstancias y necesidades que se vayan presentando en el curso de nuestra relación con ellos.

El conocimiento surge del trato continuo, de compartir nuestro tiempo con la persona amada, de escucharla con paciencia, de mostrar interés en aquello que le interesa y de darnos generosamente. Es por eso que los terapeutas de familia enseñamos a construir relaciones persona a persona con cada padre para fomentar ese conocimiento.

Reconocer que existe un amor sensible, que hará que nos inclinemos más hacia algún hijo en especial, tenemos también un amor racional que es capaz de entender siendo justos la necesidad de buscar el bien, la conveniencia y la felicidad de todos y cada uno de los miembros de la familia. Es este amor racional el que nos lleva a ser consistente y justos en forma recíproca en el trato de nuestras relaciones personales.

Por: Lourdes Henríquez Díaz

agosto 22, 2011

Qué es Autoestima???


Autoestima significa la capacidad de evaluarse o valorarse a sí mismo. En consecuencia, quien alcance un buen nivel de autoestima significa que se valora adecuadamente. Sin embargo, hay que aclarar lo siguiente: No es autoestima pensar que yo soy algo, rubio y de ojos celestes. Esto es un delirio. No es tener la autoestima alta pensar que yo soy lo que no soy. La autoestima consiste en saber que soy lo que verdaderamente soy. Y digo esto porque en la actualidad es común malinterpretar el concepto de autoestima sustituyéndolo por la hipocresía de decirle a un idiota que es un genio. Y no es así. En verdad, la autoestima alta de un idiota debería expresarse afirmando: "Si, soy un idiota, ¿ y qué ?, ¿ por qué todo el mundo tiene que ser inteligente ? ¿ Por qué algunos no podemos ser idiotas ? Qué, ¿ los idiotas no tenemos derecho a vivir, acaso ? Supongamos que yo soy un idiota, ¿ Y si lo soy ? Es más, en muchos aspectos de mi vida, soy un idiota. ¿ Y cuál es el problema de que sea así ? ¿ Tengo que ser siempre prolijito, eficiente, eficaz ? ¿ Siempre tengo que tener la respuesta correcta, adecuada, y hacer lo que se deba hacer ? Pues no, en algunos aspectos de mi vida, soy un idiota. Y la verdad es que no me molesta serlo. Esto es tener la autoestima puesta en el lugar; saber que hay aspectos en los que tengo ciertas capacidades y otros en los que no las tengo. Y donde no tengo mis capacidades, ¿ saben qué tengo ? Mis incapacidades, o mejor dicho, mis discapacidades. Las mías y las de todos. Porque, nos guste o no, de alguna forma y en alguna medida todos somos discapacitados.
Todos tenemos un Yo ideal. Para mí, el Jorge que yo debería ser es el Jorge prolijo, ordenado, flaco, inteligente. Y para vos, o para vos, la que tus padres o tíos o maestros te dijeron que deberías ser. Otro sentirá que debería ser el tipo que su religión le señaló que sería correcto que fuera. en fin, un YO IDEAL, un yo sublime. Pero también sé que hay un YO REAL, no el que debería ser, sino el que soy. Este concepto es generador de conflicto. Me fastidia tomar conciencia del déficit, que es el resultado de restarle al YO IDEAL el YO REAL. Cuanto más voluminoso es el resultado de esa comparación, más conflictiva es la conciencia del déficit. Sea como fuere, esa conciencia empuja en mí una desición: La decisión de cambiar. Para sostener esta desición cuento con mi AUTOEXIGENCIA, que me recordará todo el tiempo que "lo que cuesta vale". Y entonces me esfuerzo por cambiar; por ser como se debe. Tarde o temprano me doy cuenta que por mucho que me esmere no consigo ser el Jorge ideal. Tomo conciencia de que no puedo ser "como debería". Y entonces me frustro. Me siento un fracasado. De allí en más, el resultado es previsible: La autoexigencia, sumada al esfuerzo en vano más la continua frustración del fracaso, terminan por agotar mi deseo, mi energía, y mi voluntad de hacer. Esta situación en psiquiatría se conoce como DEPRESION. Y uno de los síntomas de estas depresiones es la brutal caída de la autoestima. Como es esperable, la caída de la autoestima termina deteriorando la imagen que tengo de mi mismo con lo cual, aumenta aún más la distancia que hay entre el YO IDEAL y el YO REAL, lo cual produce más conciencia de déficit,más autoexigencia, más esfuerzo, etc, etc. Esto es un círculo vicioso, un callejón sin salida, un mecanismo neurótico por excelencia.

de "De la Autoestima al Egoísmo " de Jorge Bucay.

agosto 16, 2011

Ser un Triunfador


Seguramente alguna vez te has preguntado: ¿Qué es ser un triunfador?, ¿Como ser un triunfador? O quizás ¿Qué se necesita para triunfar en la vida como persona, pareja o en el trabajo? Es completamente normal realizarse este tipo de preguntas uno mismo, y más aún si no te sientes una persona merecedora del triunfo en la vida.
Como ser un triunfador es simplemente ser una persona positiva, feliz que ha aprendido a realizar sus sueños independientemente de los obstáculos superados, que aprecia y valora el don de la vida y la bendición de estar rodeado de grandes maravillas que el planeta y el universo le ofrecen diariamente sin costo alguno.
Piensa y actúa para conseguir como ser un triunfador
Por qué te lo mereces, eres un triunfador de nacimiento fuiste tú el ganador entre millones de espermatozoides, ganaste la carrera de la vida, eso es más que suficiente para que te sientas merecedor del triunfo.
Repítete varias veces al día, soy un triunfador, cuando estés realizando algo actúa y piensa como un triunfador, aunque tu situación no sea la mejor, opta por ser optimista, los mejores inventos, los mejores descubrimientos… Lo realizaron personas estando en época de crisis, solo que ellos entendieron que optar por ser una persona positiva es lo que les sacaría del pozo.
El solo hecho de actuar y pensar en como ser un triunfador hace que automáticamente las acciones que tomes vayan en pro a lo que piensas, como dice una frase muy famosa dicha por Henry Ford: “Tanto si piensas que puedes, como si no, tienes razón”
Como ser un triunfador: Creencias
La mente de una persona triunfadora posee creencias inquebrantables, son ellas ligadas a sus pensamientos de optimismo los que hacen que se sientan plenos con ellos mismos y tengan confianza.
Un triunfador se compromete, da su palabra y la cumple; no está acostumbrado a posponer lo que promete o se propone como meta y lucha contra viento y marea hasta que lo logra satisfactoriamente.
No existen problemas sino retos; las personas triunfadoras no ven los problemas como barreras sino como oportunidades que la vida les ofrece para probar si están listos para dar el siguiente paso hacia el triunfo.
Sabe admitir cuando se equivoca y aprende de eso; no le da vergüenza admitir que hizo mal, más bien agradece que le haya sucedido porque aprendió una lección que le servirá para mejorar.
Reconoce que es bueno en lo que hace, pero es consiente que no está de más mejorar; confía en si mismo pero no se conforma con ser bueno sino que busca ser mejor en cada paso que realiza.
Los pilares para como ser un triunfador
Los pilares vendrían siendo el soporte del triunfo y sin ellos no habría una base tan sólida, los pilares esenciales serian:
Auto-Estima: Las personas que gozan del triunfo también disfrutan de una sana auto-estima, se valoran a ellos mismos de una manera única, ellos muy bien saben lo valioso que son como personas, se dicen constantemente palabras como: me amo, me quiero, yo puedo, yo lo hare y suelen repetírselo una y otra vez hasta que se lo creen y esto es lo que les hace conseguir lo que ellos se proponen.
Confianza de acero: Cultivan y desarrollan una confianza que los hace creer en que ellos si son merecedores de las buenas cosas, la confianza en sus propias acciones y en su propio punto de vista encaminan sus sentidos hacia una sola dirección y ponen esmero y voluntad en hacer que se lleve a cabo con éxito. No tener una buena confianza en uno mismo es como ir a un duelo a muerte sin espada.
Autoconocimiento: El conocerse a sí mismo le traerá amplios beneficios, ya que podrá controlarse y saber cómo actuar en diferentes ocasiones. Son perfectos conocedores de sus habilidades, de sus conocimientos, de sus bajas. El conocimiento de uno mismo es poder.
Humildad: Es un pilar importantísimo, las personas triunfadoras si no son humildes no merecen ser llamadas triunfadoras, la humildad es lo que consigue que una personalidad sea atractiva, la humildad prácticamente es no ser más que los demás, alardear de lo que no somos, ser nosotros mismos sin usar ningún tipo de careta.
Estos cuatros pilares funcionan en conjunto ya que si no te conoces a ti mismo ni eres una persona humilde, muy difícilmente podrás optar por una buena autoestima y mucho menos poder desarrollar una confianza sana.
Recuérdalo: Como ser un triunfador no es algo que se consigue de la noche a la mañana, es un proceso en el cual tienes que optar por pensamientos positivos, tienes que cambiar algunas creencias que quizás no estás dejando avanzar y te aclaro que como ser un triunfador no tiene nada que ver con que tengas mucho dinero, ni mucho menos bienes materiales, más bien ser un triunfador es ser alguien que lucha por sus sueños hasta conseguirlos siempre de una manera limpia y humilde.

agosto 08, 2011

La Ley de la Intención y el Deseo


La Ley de la Intención y el Deseo puede conducirnos al éxito, a la consecución de nuestro Destino Diario, aquel que forjamos diseñando nuestro futuro lejano, nuestro futuro próximo y nuestro Presente, este regalo que nos da el Universo, esto que le hemos pedido con tanta fuerza: Nuestro Presente.

La primera tarea para lograr el cumplimiento de nuestros deseos es ser conscientes de cómo desear y obtener resultados. Tus deseos deben estar en tiempo presente (regalo del Universo), y deben poner la intención en el futuro estribándose en el Desapego del Resultado.

Importante consigna: La intención debes colocarla en el futuro, tu atención en el presente, y al mismo tiempo, desapegarte del fruto de la acción.

Vamos a dar un ejemplo para hacer esto más comprensible:

Suponte que estás tomando tu primera clase de baile, debes concentrar tu atención en el Presente si pretendes aprender algo, luego te piden que des cuatro pasos e inmediatamente gires, esto te conduce a colocar tu intención de girar en el futuro, y no debería importarte el resultado final, ya que es tu primera clase y sería lógico que te equivoques y necesites de varias repeticiones para lograr el éxito.
En este ejemplo has logrado poner tu atención el Presente, tu intención en el futuro y desapegarte del resultado final.
Con esta mentalidad aprenderás a bailar.

Para lograr que la Ley de la Intención y el Deseo surtan su efecto y te devuelvan resultados satisfactorios tienes que alejar los pensamientos de inseguridad, de duda y pequeñez de ti para tener la atención en el presente, y la intención en el futuro, y luego desapegarte del fruto de la acción. Las acciones que realizamos de esta manera adquieren mucha potencia y energía.

El mapa del éxito es como un mapa del tesoro, hay que organizarse para lograr encontrar el camino, y trabajar con inteligencia, en la consecución de la meta previa, sin desfallecer y retomando ante cada error o sorpresa, superando el desánimo.

En otras palabras: la clave del éxito y de lograrlo a través de la Ley de l Intención y el Deseo es, ni mas ni menos, seguir esta hoja de ruta diaria:

ATENCION EN EL PRESENTE
INTENCION EN EL FUTURO
DESAPEGO AL RESULTADO

La felicidad y la riqueza son una elección y no cuestión de azar, diseña tu Destino y escoge la ruta que vaya acorde a ti para encontrarte con tus deseos y metas.
Esgrime la constancia como herramienta diaria. La constancia tiene como trofeo el logro de nuestros objetivos y al atisbo de una tranquilidad espiritual. Quién insiste y no se conforma resiste y termina ganando.

Perseverar en el logro de tus metas es ser paciente contigo mismo.

Al aplicar desde esta semana la Ley de la Intención y el Deseo es comenzar a transitar el emocionante camino que te conducirá al éxito, el dinero y la felicidad, la decisión esta en tus manos. El mejor resultado es que irás conociéndote a ti mismo cada vez más y atendiendo a las necesidades de tu ser espiritual y tu ser material, mediante acciones integradoras y armoniosas.

Carpe Diem (disfruta el día)

agosto 03, 2011

Trabajo en equipo: una visión diferente


Mucho se ha hablado del trabajo en equipo; se ha definido, estructurado y empaquetado para que todo aquel que requiera explorar su concepto y ponerlo en práctica tenga en sus manos todo lo que se cree necesario para ello.

El trabajo en equipo es una bandera que enarbolan casi todas las empresas e instituciones, en especial aquéllas donde se requiere la participación de un importante número de personas para completar una tarea. Se habla de equipos multidisciplinarios, equipos de alto desempeño, y de equipos autodirigidos, entre otros conceptos, destacando sus características como si se estuviera describiendo una computadora o un auto de última generación, cuando en realidad, en esto del trabajo en equipo, se debe dar crédito a las palabras que alguna vez dijo Luís XIV de Francia, al referirse al Estado, pero en este caso, la frase ha de ser: ¡El “equipo” soy Yo!

¿Qué cómo es eso? Sencillo: el trabajo en equipo no es cuestión de muchos, corresponde únicamente a la persona. En este breve resumen observará algunas de las exposiciones que se hacen en el capítulo del mismo nombre de mi libro Gerentes Ineptos, donde se explica a detalle por qué el concepto de esta herramienta no sólo debe ser revisado sino que ha de sufrir una reorientación, pues tal y como se le ve en el presente, no pareciera cubrir la magnitud de lo que representa en realidad.

Ahora bien, una de las fantasías administrativas más generalizadas ronda en torno al trabajo en equipo. Aunque no lo parezca, tanto personas experimentadas como inexpertas concluyen que esta herramienta puede ser introducida en un departamento o empresa a través de charlas, cursos o encuentros con su personal. Hay quienes la introducen en sus políticas y normas, incluso imaginan que es posible garantizarla si al momento de la entrevista de selección se le pregunta al candidato si se siente bien trabajando en equipo, o sometiendo al mismo a actividades donde lo demuestre.

Algunas otras dan por obvia la respuesta, afirmando para sí mismas que la gente tiene que trabajar en equipo, que es una exigencia propia de los tiempos que vive la administración, y por ende no debe ser siquiera consultada.

Pues bien, la realidad es otra. El trabajo en equipo, más que una herramienta, es una aptitud.

El trabajo en equipo no se decreta, no se implanta como un chip en la cabeza de los empleados ni en los representantes de la empresa y, más aún, no puede ser considerado una exigencia o una obligación, ya que al instante de presentarse como tal no se observarán más que rechazos.

El trabajo en equipo es una aptitud propia de cada persona. Los seres humanos no están programados genéticamente para trabajar en equipo ni deben estarlo. Algunos muestran ese talento y otros no, esto no hace descartables a quienes no logran desarrollar esta competencia. Recuerde que algunos de los más grandes genios de la historia han ofrecido al mundo productos extraordinarios desde la soledad de sus talleres o aposentos.

Si la persona no posee la aptitud del trabajo en equipo, por más charlas, cursos, seminarios o imposiciones a los que sea sometida, no logrará engranarse y demostrar lo que la imaginativa colectiva exige y el paradigma dominante reclama con relación a ese concepto.

El trabajo en equipo, tal y como se entiende, tiene más relación con el concepto de equipos de trabajo que con la verdadera idea de lo que ha de ser un equipo per se. Veamos:

• Los equipos de trabajo son el resultado de la agrupación de personas con competencias específicas y desarrolladas, que al alinearse producen sinergia y agregan valor, pero eso puede ocurrir sin que exista el idílico sentido que le imprime al concepto del “equipo”, aunque no se puede negar que cuando ello sucede los resultados suelen superar todas las expectativas.

• Los equipos de trabajo responden a la planificación y el ordenamiento de la empresa. Es ella la que determina quiénes y cuánto tiempo han de entrelazar sus conocimientos en pro de una meta específica, por lo que contiene todo lo que usualmente se le atribuye de manera errada al trabajo en equipo, esto es: jerarquía, liderazgo, metas y procedimientos.

En cambio, el trabajo en equipo es una expresión espontánea, natural, que obedece más a la empatía, la conexión emocional y la visión compartida de sus integrantes que a elementos de índole formal o administrativos impuestos por agentes exógenos. Aun cuando trabajan por un objetivo común, no existen imposiciones ni compromiso, reina la intradisciplina, la identificación y la coestima.

Pero solo si la persona posee la aptitud para el trabajo en equipo es que este fenómeno administrativo, soñado, deseado, y hasta forzado por muchos, se hace presente, e imprime a los resultados esa energía que requieren para sobresalir y alcanzar lo que se han propuesto. De lo contrario el trabajo se hace, sí, pero con altos costos de frustración, malestar e imposición experimentados en diferentes niveles.

Luis XIV de Francia se equivocó, el Estado somos todos, pero cuando se trata de trabajar con sinergia y agregando valor, prevalece la aptitud y ahí, sin duda alguna: ¡el “equipo” soy Yo!

Por: Félix Socorro