mayo 04, 2010

CÓMO USO INTELIGENTEMENTE MIS EMOCIONES??


El uso INTELIGENTE de nuestras emociones influye en todas las actividades de los seres humanos. Con mayor razón en esta época de crisis e incertidumbre. A raíz de la pandemia del virus AH1N1 (y mucho antes también) se ha comprobado que la vida emocional, de los seres humanos, repercute en el sistema inmunológico. Por lo que estar sanos depende, en gran parte de tener INTELIGENCIA EMOCIONAL.
Las acciones humanas están determinadas por nuestras emociones.
Durante mucho tiempo, a nuestro ‘mundo emocional’ se le consideró ‘irracional’. Es más, durante más de 25 siglos se trabajó con el ser humano, prioritariamente, en lo ‘racional’. NO podemos evitar tener emociones, lo que deberíamos aprender es a usarlas inteligentemente. Entonces: ¿Cómo manejo mis emociones?
Proceso para aprender sobre Inteligencia Emocional y Manejo Emocional
Consideramos 5 Competencias Emocionales (Habilidades, aptitudes, capacidades) Intrapersonales
1. Autoconciencia / Autoconocimiento
2. Autorregulación emocional, Autodominio, Autocontrol
3. Automotivación, Motivación Emocional Interpersonales
4. Empatía
5. Habilidades sociales armónicas
Nuestro cerebro, mientras está vivo, siempre percibe y además somos seres interpretativos de acuerdo a lo que aprendimos. Todo lo que percibimos e interpretamos, ‘gatilla’ ó ‘dispara’ una emoción. 1ero 2do. 3ro. 4to.
Percibimos --->Interpretamos--->Emocionamos--->Actuamos
Las emociones constituyen una de las facetas del ser humano más desconcertantes. Conocer qué son y como funcionan es el primer paso para alcanzar el autocontrol.
Hay centenares de emociones, siendo las principales, las innatas ya que naciste con ellas, y está comprobado que no son APRENDIDAS (Susana Bloch) son: Alegría, Tristeza, Cólera, Miedo, Amor (Pareja y Paternal, Filial, Amical)
Cada una de ellas se experimenta con múltiples matices y además, en ocasiones, se combinan varias para crear nuevas modalidades.
Por ejemplo: Envidia= Tristeza + Cólera Celos= Cólera + Miedo

Toda emoción supone reacciones físicas encadenadas que, si bien en un primer momento son normales y hasta necesarias, cuando se prolongan o tienen lugar de forma desproporcionada aumentan los niveles de toxicidad de nuestras células, pudiendo llegar a desencadenar enfermedades orgánicas.
Cada emoción predispone al cuerpo a un tipo de respuesta.
• La ira: aumenta el flujo sanguíneo hacia las manos, el ritmo cardíaco y los niveles de aquellas hormonas que, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para emprender acciones vigorosas.
• La tristeza: tiene la finalidad de ayudarnos a asimilar una pérdida irreparable. Conlleva la disminución de la energía y el entusiasmo con el que acometemos habitualmente las actividades vitales y sociales, y un encierro que nos permite llorar la pérdida, evaluar sus consecuencias y planificar cómo actuaremos cuando retome la energía.
• La alegría: aumenta la actividad del centro cerebral encargado de inhibir los sentimientos negativos. Crece el caudal de energía disponible y el organismo experimenta entusiasmo ante cualquier tarea.
• El miedo: hace que se retire la sangre del rostro y de otras zonas del cuerpo para llevarla hasta la musculatura de las piernas. De esta forma contamos con el aporte de oxígeno necesario para emprender una posible huida. Al mismo tiempo, el cuerpo se paraliza durante fracciones de segundo que el cuerpo pensante emplea para calibrar la respuesta más adecuada, por ejemplo, esconderse. Las conexiones nerviosas de los centros emocionales del cerebro desencadenan una respuesta hormonal que pone al organismo en estado de alerta general. Todo esto hace que aumente también el ritmo cardíaco y la presión arterial.
• El amor, la ternura y la satisfacción sexual: activan el sistema nervioso parasimpático, que es el opuesto fisiológico de las respuestas "huida" o "lucha”, propias del miedo o la ira. La reacción parasimpática está ligada a la respuesta relajación. Conlleva un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia.

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